Ilustración por: Diana Patricia De Moya Miranda// @14_lunas

Recuerdo que ese día llegaste de trabajar y estabas preocupada, corriendo porque sabías que había tenido un día largo y que no había qué comer. Por esas épocas, te dedicabas a resolver cada día, trabajando aquí y allá, lavando ropa el lunes, o cocinado el martes, o haciendo aseo el miércoles. Así todos los días. Lo que saliera, tú eras una verraca. Ese día que menciono, tenías los únicos tres mil pesos que habían en toda la casa: mil pesos para Dani, mil pesos para Tere y mil pesos para tí: los pasajes de cada una. Y saliste así, con la incertidumbre de no saber si nos tocaría regresarnos a pie porque es que no había más. Duré todo el día en la universidad, estudiando mucho, con el estómago partido en dos del hambre y pensando a quien le prestaba los otros mil pesos para volver a casa, que  a decir verdad, no recuerdo de dónde aparecieron. Y tú lavaste una casa ese día, trabajaste muy duro y creo que te pagaron bien y además te dieron la comida. ¿Qué hiciste tú? Guardaste cada cosita que te dieron de comer en una bolsa de la olímpica: las tres torrejitas de bollo de mazorca y el pedacito de queso del desayuno, del que solo bebiste el café con leche. Las pastas con salsa de atún del almuerzo, del que solo te tomaste la limonada. Y un pedacito de postre que te dieron a media tarde como merienda, y que envolviste en papel aluminio para que no se le pegara el sabor de la pasta. Y llegaste, nos viste a Dani y a mí postradas del hambre, y nos diste todo lo que había en esa bolsa sin miramientos, a pesar de que tampoco habías comido mientras trabajaste tan duro.

Má, no hay palabras que puedan jamás describir el agradecimiento que tengo hacia ti por cada una de tus bellísimas acciones. Tanto para mí, como para a quienes amaste. Cada persona que pudiste ayudar, cada circunstancia difícil que salvaste con tu valentía, cada preocupación tuya por hacer el bien sin importar a quién, dejan un legado de amor alrededor de tu alma preciosa que es invaluable. La vida jamás me alcanzará para hacerte sentir lo orgullosa y honrada que fui, y soy, de tenerte, de contar contigo. Siempre.

Hoy sufro con locura que no tuviéramos más tiempo en este plano. Pero sé que seguirás cosechando tus dones de misericordia, que seguramente venían directamente de Dios, a través del recuerdo tan precioso que has dejado en muchas vidas. Cada vez que ayudaste a alguien, cada vez que abriste las puertas de tu corazón y de tu casa desinteresadamente para otra persona, tendiste un puente, así como decías tú, para que yo cruzara. Y estoy segura que la suma de estos puentes es infinita, porque tu propósito de ayudar, jamás se extinguió, sino que ahora trasciende contigo, en el más allá.

Michi, es terrible no poder sentir tu olor a pancito recién hecho que llevabas en el cuerpo por las mañanas. Es terrible no escuchar tu increíble risotada cuando algo te causaba gracia. Es terrible no verte, ni poder besar tus manitos; o escucharte canturrear por la casa mientras hacías comida deliciosa. Es terrible, simplemente, que no estés aquí. Pero mami, he llegado a la conclusión, después de estos días tan difíciles corriendo por tu salud, que simplemente, tu llegaste a un punto de expansión taaaan grande, tu alma, tu espíritu y todos los dones de ayuda que te fueron dados por Dios crecieron tanto dentro de ti, que simplemente tuvieron que salir de ahí, de ese cuerpecito tuyo, que era de tamaño compacto, mini, de metro 50.

Má, simplemente tu espíritu trascendió de este plano para seguirnos ayudando, siempre, ahora mucho más en grande. Estoy segura que seguirás con Dios y la Virgencita del Carmen cumpliendo tus propósitos de ayuda para todos aquellos a quienes adoraste. Sé y estoy convencida de que todas las lecciones que me diste en vida, se multiplicarán a través de tu espíritu mediante esta, tu última lección, la más importante de todas.

Creo que estás segura de que lo hiciste bien, excelentemente, de la mejor manera posible, conmigo y con todos. Creo que te fuiste en paz, porque aunque no fueron todos, tus deseos se hicieron realidad: quiero decir, trabajaste mucho por eso, por mucho tiempo: desde siempre. Solo espero haber sido suficiente, solo espero que jamás te hayas arrepentido de nada conmigo, porque lo que logramos juntas, todas las cosas,  las grandes y las pequeñas, fueron señal del éxito por tu paso en esta vida. Fuiste la persona más maravillosa que pudo haberme albergado en su panza y darme vida por medio del dolor y del sacrificio. Y acepto tu amor por siempre, ahora más engrandecido en la belleza de tus recuerdos maravillosos. De todos los recuerdos: de los felices y los angustiantes, de los tristes y los hermosos.

Hoy quiero agradecerte, porque eres, y porque seguirás siendo. Ese milagro de sanación que tanto esperé por ti, por tu recuperación, se está revelando no sobre ti, sino a través tuyo. Y muchas cosas que pasaron y que quedaron mal, están empezando a sanarse. Creo fielmente en que el Espíritu Santo me lo señaló así por medio de tu obra. Gracias michi, porque sigues haciendo cosas maravillosas por y para mí. Y sé que lo seguirás haciendo, por siempre en la eternidad, hasta que un día, si he sido honesta y fiel a los preceptos de Dios nuestro señor, nos podamos volver a ver, en otra vida, en mil vidas más. Porque estoy segura que en todas ellas, así como en las que seguramente ya pasaron, eres mi madre y yo tu hija. Tu única hija…

Hoy y siempre te doy las gracias má. Gracias má por cuidar cada fiebre. Gracias má por cada regaño y cantaleta que me montaste (porque cantaletosa sí que eras). Gracias má por cada sonrisa. Gracias má por cada vez que me hablaste con paciencia y amor. Gracias má por cada vez que me guardaste de tu almuerzo y me lo compartiste. Gracias má por enviarme a la universidad con todo el esfuerzo del mundo. Gracias má por tus abrazos. Gracias má por tus carcajadas llenas de una risa contagiosa. Gracias má por tus canturreos mientras hacías los oficios de la casa. Gracias má por tu comida deliciosa. Gracias má por tus reflexiones. Gracias má por cada lindo recuerdo. Gracias má por compartir cada cosa que tenías, conmigo. Gracias má por cada batalla que emprendimos y ganamos juntas. Michi, lastimosamente, esta vez no fue. Pero estoy absolutamente convencida, que en nuestra próxima vida, tu seguirás siendo mi mamichi, y yo tu chocolatin. Mami, descansa muchote, lo mereces. Lo mereces mucho. Masi dice que vas directito al cielo, sin talanqueras ni peajes. Y yo lo creo, porque fuiste luz intensa cada día de tu vida preciosa, hasta el martes 8 de junio, cuando, después de luchar tanto y tan valientemente, no pudiste más.

Te amo gigantemente grandote, ¡Por siempre! Y siempre viviré para cumplir tu legado de ayuda y amor por quienes amaste con tu corazón enorme, tan grande que se te salió del pecho. Mientras reparo mi alma mil veces rota por el peso de tu ausencia, me encargaré de congraciarme con la energía del universo, en la que ahora flotas con tu inmensa, maravillosa presencia. Y seguiré siendo tu hijita preciosa, la única que te salió del vientre, pero no la única en el corazón de tantas y tantos a los que adoraste. Michi, te adoro, y te adoraré, hasta que este corazón, deje de latir, y más allá, cuando nuestras almas se reencuentren. Gracias por tanto, fue, es y será un inmenso honor contar contigo. Nos vemos pronto, señora bonita. Gracias totales má...